
infraestructura en deterioro:
zona hotelera
Hace más de cuarenta años, Cancún era un punto desierto en el mapa. Nadie esperaba que los 22 km de costa con los que cuenta se convertirían en el derrame económico más grande del país.
El proyecto Kan Kún, como lo llamo Fonatur (en ese entonces Infratur) en 1969 sería uno de los más ambiciosos por lograr.
En este nuevo paraíso encontrado se construiría una zona habitacional planeada para 35 mil habitantes (actualmente hay un aproximado de 80 mil), una zona turística donde se concentrarían restaurantes, hoteles, marinas y centros comerciales, además de un andador turístico; y por si fuera poco, también se contó con la planeación de un aeropuerto internacional a las afueras de la ciudad.
Un gran plan de desarrollo que sería logrado en cuestión de años. Lo que no se contaba era con la corrupción que se venía de frente.
Un desarrollo de 4 décadas ha logrado que este proyecto se cumpliera, pero a una escala mucho menor de lo que hoy en día demanda el destino.
Según la Subsecretaría de Planeación y Política Turística, en 2018 la llegada de turistas nacionales a cuartos de hotel alcanzó los 4 millones 538 mil turistas (71.3% del total); mientras que un millón 831 mil fueron turistas internacionales (28.7% del total); esto sería un total de 6 millones 369 mil de visitantes en el último año.
La pregunta aquí es si la zona hotelera cuenta con los medios necesarios para poder cumplir las necesidades de cada uno los turistas.
Legalmente no.
La sobreexplotación desmedida a esta zona de forma urbana, vial y ecológica ha sido la única respuesta ante esta situación.
El proyecto Cancún quedo muy corto en cuanto desarrollo y expansión ya que no se esperaba que tuviera tal reconocimiento a nivel mundial; y es que es claro que la infraestructura urbana es insuficiente para el crecimiento que ha tenido esta industria.
Como se menciona Jazmín Ramos para Sipse, la discrecionalidad y permisividad para la liberación de cambios de usos de suelo, licencias de construcción y demás acciones clandestinas por parte de cadenas hoteleras han provocado la sobreexplotación del destino, haciendo que este pierda competitividad turística.
Entre algunos de los actos corruptos se puede ver que los hoteles del bulevar Kukulcán sobrepasan los pisos permitidos en el Programa de Desarrollo Urbano, la construcción en espacios públicos y privatización de accesos al mar. Tuberias de aguas negras clandestinas, invasión privada de espacios públicos, además de cientos de empresas fantasmas.
Uno de los que más deterioro ha sufrido es el medio ambiente. Durante este lapso, el 77% de la selva ha sido talada; se ha reducido en un 64% en la duda costera; y ha habido una devastación del 68% del manglar. Todas estas afectaciones han estado presentes desde que se creó el destino turístico, pero el problema se ha encrudecido en los últimos 20 años.
Estos son solo algunos de los pocos focos rojos que hay en la estabilidad de Cancún; destino que va seguir creciendo desmedida e irresponsablemente de seguir con la corrupción existente.
En algún punto, este deterioro tendrá un punto de no retorno, haciendo que Cancún lenta, pero no inesperadamente se vuelva una joya olvidada.



